Dentro de la amplia gama de sofás que podemos encontrar actualmente en el mercado, el modelo cheslong es uno de los más populares. Aunque hoy en día asociemos involuntariamente este concepto al mundo del sofá, el cheslong fue en sus orígenes un sillón que, con el paso del tiempo, ha ido modificando sus líneas originales hasta obtener la forma que ha terminado por hacerse más popular. Si bien todavía abundan los modelos exentos, más fieles al primer diseño, no puede negarse que en la actualidad están más extendidos aquellos que se encuentran adosados a sofás modulares.
Arquitectura y diseño en el París de los años 20
Los cheslong tienen su origen en el famoso sillón LC4 de Le Corbusier, que en su momento revolucionó el mundo de la decoración e incluso el arte gracias a una perfecta unión de funcionalidad y diseño. Durante los últimos años de la década de los 20 del pasado siglo, Le Corbusier trabajaba en el proyecto de Villa Church, una lujosa residencia ubicada en Ville d’Auray. Ya hacía años que en su despacho parisino contaba con la colaboración de una eficiente arquitecta y diseñadora llamada Charlotte Perriand que se encargaba del mobiliario y el diseño de interiores en los proyectos de la firma. Junto a ellos, destacaba la presencia de Pierre Jaenneret, también arquitecto y diseñador, así como primo de Le Cobusier. El principal éxito de Perriand fue saber plasmar en objetos cotidianos todo el imaginario y el universo de Le Corbusier. Así surgió el cheslong como parte de los muebles destinados a Villa Church.
Nace el cheslong, la máquina para descansar
El nuevo sillón LC4 fue definido por sus creadores como una perfecta «máquina para descansar». Su presentación oficial fue el Salón de Otoño del Diseño de 1929, en París, y su éxito fue absoluto e inmediato. Este fue uno de los primeros diseños de mobiliario que supo adoptar realmente el concepto de ergonomía. Años después, en 1964 y con su fama ya completamente asentada, una importante firma italiana adquirió los derechos exclusivos de fabricación y venta del modelo LC4 original.
Aunque el reconocimiento como creador del cheslong suela atribuirse a Le Corbusier, lo cierto es que este fue obra de la imaginación de Charlotte Perriand, que ha quedado relegada a un discreto segundo plano bajo la sombra del genial arquitecto. Se dice que cuando la diseñadora entró por primera vez en el despacho de Le Corbusier solicitando un empleo, este le espetó directamente “lo siento, aquí no bordamos cojines”. Esta frase es sin duda un reflejo de la arquitectura de aquellos años, marcada por una clara predominancia de la figura masculina. No obstante, algo debió de ver Le Corbusier en Perriand cuando esta terminó por convertirse en uno de sus más estrechos colaboradores. Con los años, Perriand se desvincula profesionalmente del despacho de Le Corbusier y comienza una exitosa carrera por su cuenta que le lleva, entre otras muchas cosas, a redefinir el LC4 bajo una mirada oriental con la creación de la chaise longue modelo Tokyo.